lunes, 4 de mayo de 2009

Poesías sobre las Malvinas

El arte, todos sus tipos y ramas, siempre dio cuenta de los sucesos históricos de nuestro país y nuestro mundo, es la forma de expresión más elaborada, pensada, significativa, masiva e imponente que se me ocurre. No se limita a una expresión individual y en el caso de contar historias no hace sólo reproducciones personales, sino que es social y por ello sabe expresar nuestros problemas así como también nuestras alegrías.
Dentro del arte, la escritura es predilecta a la hora de contar, juzgar, conmemorar… pero dentro de ella la poesía sensibiliza las cosas, les da cierta armonía sin quitarles la fuerza y el poder a sus palabras.
Las tres poesías elegidas para conmemorar una vez más el 2 de abril, día del Veterano y de los Caídos en la guerra en Malvinas, se distinguen entre ellas de una manera notable, ya que siendo las tres del mismo género (poético) difieren en sus medios de difusión, expandiéndose y haciéndose conocer de diversas formas. Es así como nos encontramos con “La hermanita perdida” una canción de Atahualpa Yupanqui, luego con un poema anónimo extraído de un blog por lo cual su medio de difusión es Internet y por último con “Milonga del muerto” que se encuentra en el libro “Los Conjurados” de Jorge Luís Borges.


La hermanita perdida(Atahualpa Yupanqui - Ariel Ramírez)

De la mañana a la noche,de la noche a la mañana,en grandes olas azulesy encajes de espuma blanca,te va llegando el saludopermanente de la Patria.
Ay, hermanita perdida.Hermanita, vuelve a casa.
Amarillentos papeleste pintan con otra laya.Pero son veinte millonesque te llamamos: hermana...Sobre las aguas australesplanean gaviotas blancas.Dura piedra enternecidapor la sagrada esperanza.
Ay, hermanita perdida.Hermanita, vuelve a casa.
Malvinas, tierra cautiva,de un rubio tiempo pirata.Patagonia te suspira.Toda la Pampa te llama.Seguirán las mil banderasdel mar, azules y blancas,pero queremos ver unasobre tus piedras, clavada.Para llenarte de criollos.Para curtirte la carahasta que logres el gestotradicional de la Patria.
Ay, hermanita perdida.Hermanita, vuelve a casa.

Anónimo

Malvinas volvió, y arrasó con todo
No existe el frío y el hambre, sólo Dios y la Patria
Festejaron sobre nuestra sangre
¿Para quién somos héroes?

Miles de almas llenas de sueños en una tierra vacía
Estamos solos, no hay nada, no hay nadie
Aquí lucharás por justicia y triunfo
Hasta regar con tu sangre la sed de todas las mentiras que dijimos

Héroes de nadie, peleando por no morir de frío
Peleando contra ellos mismos
Peleando por volver a casa
Peleando por una guerra en la que nadie gana
Héroes de Dios, nadie

Peleando, degollando, torturando, extinguiendo
Matando de impotencia
Matando a un país
Matando argentinos
Matando ingleses
Matando humanos, matando personas
Matando la vida
Matando

El honor quedó dentro de un rifle que jamás disparó
La esperanza en una tortura genocida
Nuestros padres, nuestros hijos... amigos, hermanos
Muertos de cuerpo, alma y recuerdo
En una isla helada

Todos serán recordados como verdaderos hombres
Dieron todo por su país
Pusieron piel, carne y alma
En una guerra sin corazón

¿Viva la patria?

La Guerra de Malvinas, según Jorge Luis Borges: "Milonga del muerto"
En su último libro, Los Conjurados (1985), Jorge Luis Borges escribió estos versos, referidos a la Guerra de Malvinas de 1982. La poesía cuenta la triste historia de un chico del interior que, como tantos otros, fue enviado a pelear al campo de batalla.

Lo he soñado en esta casa
entre paredes y puertas.
Dios les permite a los hombres
soñar cosas que son ciertas.

Lo he soñado mar afuera
en unas islas glaciales.
Que nos digan lo demás
la tumba y los hospitales.

Una de tantas provincias
del interior fue su tierra.
(No conviene que se sepa
que muere gente en la guerra).

Lo sacaron del cuartel,
le pusieron en las manos
las armas y lo mandaron
a morir con sus hermanos.

Se obró con suma prudencia,
se habló de un modo prolijo.
Les entregaron a un tiempo
el rifle y el crucifijo.

Oyó las vanas arengas
de los vanos generales.
Vio lo que nunca había visto,
la sangre en los arenales.

Oyó vivas y oyó mueras,
oyó el clamor de la gente.
Él sólo quería saber
si era o si no era valiente.

Lo supo en aquel momento
en que le entraba la herida.
Se dijo "No tuve miedo"
cuando lo dejó la vida.

Su muerte fue una secreta victoria.
Nadie se asombre
de que me dé envidia y pena
el destino de aquel hombre.

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